En esta ocasión
salimos de los temas deportivos para hablar de una enfermedad poco común, pero que
puede paralizar a quien lo padece por el fenómeno del cuerpo que se agrede a sí
mismo.
Este mal,
denominado como síndrome Guillain-Barré, Guillain-Barré-Strohl o parálisis de
Landry (en honor a Jean Landry, Georges Guillain, Jean Alexandre Barré y André Strohl, los primeros que la detectaron y clasificaron, entre los siglos XIX
y XX), es un trastorno en el que el sistema inmunológico del cuerpo ataca a
parte del sistema nervioso periférico.
Cuando el
síndrome aparece los primeros síntomas son distintos grados de debilidad y
sensación de cosquilleo, principalmente en las piernas. Más tarde se expanden
al torso y brazos. Después de un tiempo, que puede oscilar entre horas y
semanas, la languidez se intensifica hasta quedar casi inmovilizado. En
situaciones así la vida peligra por las afectaciones a la respiración, presión
sanguínea y ritmo cardiaco.
El
Guillain-Barré puede afectar a cualquier persona, sin importar sexo y edad,
aunque se manifiesta más en gente con edades de entre 30 y 50 años. Un
individuo afectado por este mal necesita hospitalización.
No existe una
cura concreta contra esta enfermedad, aunque hay terapias que ayudan a paliar
sus efectos. Una es la plasmaféresis (método de procesamiento de la sangre
donde los glóbulos rojos y blancos se separan del plasma); la otra es la
inmunoglobulina (consistente en inyecciones intravenosas de proteína que el
sistema inmunológico utiliza para atacar a los agentes patógenos invasores). La
primera ha resultado más efectiva contra el síndrome.
Este mal es
difícil de diagnosticar debido a que sus síntomas iniciales son parecidos a los
de otras enfermedades. Aunque el desenlace fatal es latente, son raros los
casos que acaban en la muerte. No obstante, puede haber secuelas físicas y
psicológicas.
Los
científicos aún no determinan qué detona el Guillain-Barré o porqué a ciertas
personas se les desarrolla y a otras no. Lo que sí se conoce es que el sistema
inmunológico del cuerpo se ataca a sí mismo mediante la destrucción de la
mielina que rodea a los axones de las neuronas (las células del cerebro). Con el
axón, la neurona puede transmitir señales nerviosas a todo el cuerpo, pero si
queda dañada, la comunicación se hace defectuosa.
Al no haber
vínculo entre las neuronas y el resto de los músculos, estos últimos pierden la
capacidad de responder a las indicaciones cerebrales. El cerebro también
percibe menos señales sensoriales (el famoso sentido del tacto). Cuando esto
ocurre, primero surge cosquilleo en pies y manos hasta extenderse al resto de
las extremidades, preludio de la parálisis casi total.
Como se comentó
antes, no existe una evidencia exacta de qué lo provoca, pero en la mayoría de
las personas afectadas, previamente padecieron problemas en vías respiratorias
o gastrointestinales. También se ha visto que el mal se desarrolló tras la
aparición de agentes infecciosos específicos (Cytomegalovirus, Campylobacter jejuni, Mycoplasmas pneumoniae y el
virus Epstein-Barr) o como trastorno después de una cirugía o inyección de una
vacuna.
Así es el síndrome
Guillain-Barré. Para más informes puede consultar en las siguientes
direcciones:
Queda también la
invitación a cuidarse y respetar a la Madre Naturaleza para que se mantenga una
buena salud. Cerramos con una frase del filósofo chino Confucio:
‘Si sirves a
la Naturaleza, ella te servirá a ti’.
Hasta la
próxima.