Dejamos por un momento el tema del deporte para
tocar el asunto de la democracia y la valía del voto libre y secreto. Como
miembros de la sociedad, tenemos el derecho universal de elegir a las personas
que guiarán los destinos de nuestra comunidad, ciudad, estado y país.
Ejercer el sufragio libre es una
responsabilidad importante que no debe ser soslayada bajo ninguna
circunstancia. Al elegir a quién o quienes nos gobernarán, primero hay que
conocer a los candidatos y sus propuestas. Una vez que hayamos decidido que
opción nos convence, hay que reflejarlo en las urnas.
Abstenerse de votar implica dejar que otros
decidan por nosotros y que nuestra voz u opinión pierda validez. Para ejemplo
de lo anterior, un pasaje de Los Simpson, el cual se encuentra en el capítulo
32 El sustituto de Lisa.
Se organizaron elecciones para definir al presidente del cuarto grado.
La maestra Krabappel nominó como candidato a Martin Prince, el sabelotodo de la
clase (y consentido de la profesora). Las gemelas Sherri y Terri postularon a
Bart Simpson.
En la época de campañas, el carisma de Bart, combinado con los chistes
que contaba, le valieron ganarse la simpatía de prácticamente todo el salón.
Cuando se realizó un debate, Martin hizo propuestas pensadas, pero sin garbo.
En cambio, Simpson usó un rol más histriónico para arrasar en el encuentro.
Llegó el día de las elecciones. Martin estaba desahuciado, mientras Bart
ratificaba tener el apoyo popular. La votación se realizaría durante
el recreo. En ese periodo, un Simpson muy seguro de la victoria, obsequió
panquecitos a sus compañeros de clase, ‘agradeciéndoles de votar por él’.
Entonces, Bart entró en cuenta que nadie se molestó en ir a las urnas,
ni siquiera él. Cuando corrió junto a sus amigos para votar, acabó el recreo y Simpson se frustró. Resultó que sí hubo quienes emitieron sufragios: Martin
Prince y su amigo Wendell Borton. Con sólo dos votos, Prince se alzó con un
triunfo improbable y se convirtió en presidente de la clase.
La derrota electoral de Bart Simpson no fue
provocada por Martin, sino por el abstencionismo, el cual está catalogado como
el mayor enemigo de la democracia. De ahí la importancia de tomar con
responsabilidad el derecho de ir a sufragar por quien realmente queremos que
nos dirija, estando conscientes que puede llevarnos al bienestar común.
Y así como el abstencionismo es una aberración
de la democracia, también lo es la compra de sufragios y coartar los mismos
hacia un candidato en específico. Lo anterior es equivalente a no ir a votar,
porque no se ejerce el sufragio a la opción de preferencia, sino a una
imposición.
Recuerda amigo(a) lector(a), cuando en tu comunidad, estado y país
haya elecciones, no olvides informarte, crear un juicio, ir a las urnas y votar
por el candidato o candidata que más te convenza. El sufragio libre y secreto
ratifica nuestra condición de seres racionales.
Hasta la próxima.
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