El campo de los sueños es real.
Todos los peloteros y managers aspiran a llegar a este lugar donde las
estrellas se vuelven inmortales. Es el Salón de la Fama del béisbol de
Cooperstown.
La idea de crear un recinto
exclusivo para los ídolos de este juego, surgió de Stephen Carlton Clark, un
hotelero de Cooperstown, Nueva York, en la década de los treinta del siglo
pasado.
Clark tenía dos intenciones:
Proteger el legado del ‘deporte pasatiempo nacional’, y atraer turistas a su
ciudad natal. Para lograrlo, pidió apoyo al entonces presidente de la Liga
Nacional, Ford Frick, para levantar un recinto de los inmortales. Frick
respaldó la idea.
Para 1936, se anunciaron a los
primeros inducidos al Salón de la Fama. George Herman ‘Babe’ Ruth, Ty Cobb,
Walter Johnson, Honus Wagner y Christy Mathewson fueron los entronizados. El edificio del salón se inauguró el 12 de junio de 1939.
Clark logró que la sede física
del recinto fuera en su ciudad por un hecho histórico. Durante la guerra civil
estadounidense del siglo XIX, Abner Doubleday, un militar de las fuerzas
unionistas, ‘inventó’ el béisbol en Cooperstown para entretener a las tropas.
Décadas después se comprobó que
lo hecho por Doubleday era sólo un mito. En realidad fue Alexander Cartwright
quien puso las bases de la pelota caliente antes de la guerra.
Aun así, Cooperstown se quedó
como sede del Salón de la Fama, los ‘Campos Elíseos’ del béisbol.
Hasta la próxima.