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domingo, 12 de agosto de 2012

Historias olímpicas no tan paralelas




Laura encontró en los clavados una pasión. Kayla lo halló en el judo. Ambas empezaron en sus respectivos deportes desde que eran adolescentes y mostraron talento en ellos. El sueño de una medalla en Juegos Olímpicos se empezaba a construir.

Entonces vinieron dos acontecimientos que cambiaron sus vidas. Laura sin darse cuenta, se enamoró de su propio entrenador, a quien también veía como un padre. Incluso tuvieron aventuras amorosas a pesar de ser ella menor de edad.

Kayla, en cambio, experimentó el infierno en la Tierra. Con apenas 16 años de edad, sufrió abusos sexuales de su propio mentor en el judo. Fue una situación tan traumática que contempló la idea de cortar de tajo con la carrera deportiva, y hasta con su propia vida.

El calvario de Laura comenzó cuando su madre descubrió dibujos donde se hacían referencias al romance entre la joven clavadista y su técnico. Denunció ante la prensa un aparente caso de abuso sexual y estupro, lo cual llevó a un estresante pleito entre madre e hija. El entrenador de Laura fue expulsado de por vida del deporte de alto rendimiento.

Justo cuando todo estaba tenebroso, a Kayla la salvó su novio. Le contó la pesadilla que padecía, y la convenció de hablar. Denunció a su verdugo y éste acabó en la cárcel. La judoka se mudó de casa, al tiempo que cambió de entrenador para retomar con nuevos bríos su carrera deportiva.

Laura tuvo que seguir adelante. Su viejo entrenador y amante aún la dirigía desde la clandestinidad. La clavadista batalló dentro de su país y en giras internacionales para sobresalir. Mientras, su técnico demandó a quienes lo inhabilitaron por difamación. Los tribunales le dieron la razón, por lo que recuperó su anterior estatus. No obstante, lo persigue la mala fama por este lío.

Kayla viajó a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. En representación de Estados Unidos, acabó por ganar el título de la categoría femenil menor a 78 kilos para darle a su país el primer oro del judo olímpico de su historia.

A pesar de todas las tribulaciones, Laura se casó con su entrenador ya como mayor de edad. Se mantuvo en un nivel competitivo constante. Fue a Londres 2012 como una veterana con la etiqueta de ‘acabada’. Pero ella y su mentor diseñaron una estrategia que les dio resultados. Contra todo pronóstico, ganó bronce en trampolín de tres metros individual para México

Cada deportista sigue un camino áspero en la búsqueda de la gloria inmortal. Los dioses, como creían en la Grecia antigua, premian a quienes demuestran dedicación y juego limpio en pos de la victoria. El Olimpo sólo está reservado para unos cuantos. Ahora Laura y Kayla se han hecho merecedoras de ese reconocimiento.

Hasta la próxima.

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