Recordarán que hace un año México y el mundo vivió el terror por la aparición de un nuevo tipo de virus de la influenza, el cual fue calificado de altamente mortal. En esos días de abril de 2009 todo era confusión, medio mundo quería un cubrebocas y se no dudaba en ponerse el gel antibacterial en las manos. El pánico era generalizado.
Han pasado 365 días, seguimos vivos y coleando. El virus de la influenza humana resultó ser un fraude como detonador en cadena de muertes. Sólo en México apenas han fallecido en un año 1,184 personas (de acuerdo al suplemento dominical Enfoque, del diario Reforma). En contraste, aproximadamente 20 mil personas (según el semanario Proceso) han fallecido en tierras mexicanas, víctimas de la sangrienta guerra entre los narcotraficantes y el gobierno.
Sin embargo, el clima de terror sigue vigente en México. Ya no es la influenza, ahora es la mencionada narcoguerra, pero también un temor exagerado por diversos fenómenos naturales que han ocurrido en los últimos meses en el mundo.
Sismos devastadores en Chile, Haití, China, Turquía, Indonesia, el área de Mexicali y sur de California, así como otros no destructivos en Australia o República Dominicana, más un volcán en Islandia cuyas cenizas lanzadas hacia el resto de Europa y que colapsó el servicio aéreo, son en la actualidad génesis del horror.
La cercanía del 2012, año que supuestamente presagiaron los mayas como el del fin del mundo, hace que los temores de la venida del Armagedón se incrementen e intensifiquen. Todo esto ya lo habíamos leído o escuchado en otro lado.
¿Qué no hace seis siglos atrás la gente entró en pánico cada vez que veían una bola de fuego en el cielo (y que no era otra cosa más que el cometa Halley) porque pensaban que indicaba el fin del mundo? No pasó nada, fue un mero fenómeno natural.
Mejor se debería dejar de hacerle al cuento con eso de que viene el fin del mundo. El Apocalipsis llegó hace más de medio siglo (eso se puede corroborar en los medios de comunicación desde
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